Sexo en la primera cita

Muchas mujeres son enemigas del llamado “sexo de una noche”. Aducen que practicar tales modernismos, sólo logra darle al sexo el mismo valor que a la destripada de una espinilla o de un barrito en la piel. Hay que aclarar que una cosa es desmitificar la ida a la cama, y hacer lo posible por despellejarle el tabú atávico que limita el goce, y otra distinta es creer que irse a la cama después de la primera mirada es ser muy liberal. La verdad, para muchas personas eso no es sexo sino puro apareamiento. Ah!, que a los señores les gusten los “palitos” conseguidos en pocas horas (y que erigen como trofeos en el altar que tienen levantado en su cabeza al dios Príapo) es un asunto que merece analizarse.

Aunque eso los satisface físicamente, y les proporciona argumentos para validar su virilidad, en el fondo nunca ven con seriedad la revolcada que se desvanece en la mañana, mucho menos a la mujer con la que amanecen y que será siempre la que “se los dio” en la primera cita. Para empezar, lo dice una investigación de la británica Anne Campbell, publicada en la revista 'Human Nature', los hombres consideran este tipo de experiencia una forma de divertirse sin complicaciones, mientras que las mujeres tienden a experimentar sentimientos de culpa al día siguiente. ¿Y entonces por qué lo hacen? Pues porque siempre algunas creen que eso puede ser duradero. ¿Que ingénues no? Además, dice el estudio, lo que más molesta a las mujeres en este paseo es la sensación de sentirse 'usadas'. También les preocupa su reputación, por el riesgo que corren en boca de un señor que, después de satisfecho, es capaz de elevar un “palito” esporádico a la condición de epopeya digna de contarse en cualquier billar.

Hay que entender, de una vez por todas, que cuando las mujeres comprometen el departamento inferior del cuerpo, a ellas les interesa más la calidad que la cantidad, y que si de pronto acceden a meterse bajo las sábanas después del saludo, lo hacen por complacerlos tontamente, aun sabiendo que al terminar van a estar con el ánimo por el piso, con sentimientos negativos y, lo que es peor, muchas veces sin haber tenido un orgasmo compensador.